Una de las técnicas que más útiles puede resultarte para empezar a controlar la ansiedad es el arte de no reaccionar.
Con frecuencia, te habrás dado cuenta de que tu ansiedad se inicia con un estímulo desencadenante. Algo ocurre, o alguien dice algo, que nos pone nerviosos y excita nuestra irritabilidad.
Esto nos lleva a reaccionar impulsivamente ante el estímulo, y muchas veces podemos llegar a gritar, enojarnos o pelear con la persona cuyas palabras o acciones han estimulado nuestro sentir.
Si quieres aprender el poder de no reaccionar, en este post te vamos a dar algunos trucos para que puedas practicarlo y ganar tranquilidad para medir las respuestas que das a los demás.
¿Cómo no reaccionar impulsivamente?
Reaccionar de forma impulsiva puede ser una de las tendencias más habituales entre las personas que tenemos ansiedad.
De algún modo, nuestra mente piensa que cómo alguien tiene derecho a decir o a hacer algo que nos pone nerviosos o irritados, y nos indigna que eso haya podido suceder, por lo que reaccionamos desde lo más profundo de nosotros.
Sin embargo, este automatismo que nos lleva a irritarnos y a gritar podría no ser la mejor manera de enfrentar el problema, ya que al irritarte pierdes poder sobre la situación y dejas de controlar lo que dices. Aprender a no reaccionar puede ayudarte a evitar que una situación se te vaya de las manos, especialmente si notas que estás siendo manipulado.
Esto es especialmente importante cuando tratamos con ciertas personas. Algunos aplican la regla de no reaccionar al narcisista, como una forma de mantener tu entereza mental y evitar que pueda controlarte o manipularte.
Cuando el narcisista observa tus reacciones y ve que determinados actos o acciones suyas te ponen nervioso o irritado, eso es información que le estás aportando, y que el narcisista utilizará para manipularte. El poder de no reaccionar, o al menos, no reaccionar impulsivamente, te ayudará a mantener tu fuerza ante situaciones en las que se está perdiendo el equilibrio de poder.
Responder, no reaccionar; clave para mantener la calma
La impulsividad es un acto o respuesta no pensado, rápido, que sale de lo más profundo de nosotros. Es contarle a todo el mundo las cartas que nos han tocado.
Muchas personas tenemos tendencia a ser extremadamente sinceras, y eso puede dar lugar a que parezcamos como un libro abierto para los demás. Pero de lo que no nos damos cuenta es de que al exponer nuestros sentimientos hasta tal extremo no necesariamente logramos que las personas a nuestro alrededor muestren más empatía, ya que no todo el mundo sabe cómo actuar cuando alguien muestra todo lo que hay en su interior, especialmente si se siente especialmente irritado.
Las personas no saben bien cómo reaccionar a nuestra irritación. Por eso pueden pasar varias cosas:
- Reacción empática y asertiva. La persona es consciente de tu ansiedad e irritabilidad y no juzga tu reactividad; te escucha y te comprende; esto es lo menos común.
- Reacción emocional. Tu interlocutor, al ver que estás irritado por algo que ha dicho o hecho, se pone a la defensiva. Esto le lleva a enojarse e irritarse, y ya tenemos una discusión que no sabemos cómo puede terminar.
- Reacción narcisista. La persona permanece indiferente a tus reacciones, ya que carece de empatía. No responde de la manera que esperas, sino que sigue actuando de la forma en la que te pone más irritable.
Ante este tipo de reacciones ante nuestra reactividad, podemos quedar atrapados en un bucle en el que no sabemos qué hacer. Porque la mayoría de las personas van a reaccionar, por lo general, de forma emocional o de forma narcisista, y no todo el mundo va a mantener la calma cuando note tus nervios e indignación.
Lo mejor que podemos hacer es detectar que, aunque no tenemos el poder sobre la manera en la que los demás reaccionarán, sí que podemos aplicar la técnica de responder, no reaccionar.
¿Cómo aplicar la técnica de no reaccionar emocionalmente a los demás?
- Aprende a valorar el silencio. No tienes por qué responder a todo lo que sucede a tu alrededor. Trata de ignorar los estímulos, o al menos una parte importante de ellos, para reducir el número de cosas que te causan preocupación. Tener cierta capacidad para aislarse y olvidar lo que no nos hace bien te ayudará a sentirte mejor.
- Sigue la regla de los 30 segundos. Cuando alguien te diga algo, tómate más tiempo del normal para procesarlo. Incluso si la persona quiere que hables con mayor rapidez. Permanece impasible, baja la mirada o mira hacia otro lado. Cuenta 30 segundos antes de responder, y después di lo que quieras decir, pero de una forma medida y cautelosa. Incluso si estás irritado por lo que te han dicho, el hecho de haber esperado unos segundos en lugar de responder reactivamente hará que tengas un mayor control sobre tus palabras.
- No ignores; enfrenta el problema. Un error común es pensar que la técnica de la no-reacción consiste en ignorar deliberadamente a nuestro interlocutor. No estamos hablando de hacer el vacío a los demás, ya que esto sólo empeorará la situación. Estamos hablando de aprender a responder desde la calma, de forma racional y controlada, en lugar de dejarte dominar por las emociones.
Aprender a no reaccionar y tener un mayor control sobre las situaciones probablemente no te haga terminar por completo con la ansiedad. Las personas seguirán poniéndote nervioso en algunos momentos. Habrá veces en las que estallarás y no podrás más. Pero nunca debes tirar la toalla.
Piensa que cada vez que aplicas la técnica de no reaccionar estás enseñándole a tu mente una nueva manera de enfrentar las situaciones. Y esto puede tener un impacto en ti a largo plazo, ayudándote a tener más confianza en ti mismo y no enzarzarte en discusiones con personas por el hecho de que no tienen intención de empatizar contigo o apaciguar la situación, ya sea porque se sienten atacados (reacción emocional) o porque no saben cómo hacerlo o no les importa (reacción narcisista).
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